Al observar los patrones de hackeo históricos, hay un hilo común: los explotadores confían en la visibilidad del mempool. La ventana de mempool de 12 segundos de Ethereum básicamente le ofrece a los front-runners una oportunidad dorada: las transacciones están allí, expuestas, esperando ser explotadas.

La vulnerabilidad no es un error complejo. Es arquitectónica. ¿Ese período de espera? Es como anunciar tus movimientos de ajedrez antes de realizarlos.

La solución es sencilla: tiempos de bloque más rápidos. Al reducir esa ventana, se corta la superficie de ataque. Las redes que buscan la finalización en menos de un segundo no solo persiguen métricas de velocidad, sino que están eliminando el margen de maniobra que los atacantes necesitan para operar.