Aquí hay algo que no cuadra: Nueva York podría ser uno de los estados más duros en la regulación de criptomonedas, sin embargo, de alguna manera sigue atrayendo a los grandes jugadores.

¿Por qué las principales empresas de criptomonedas acudirían a un lugar que básicamente ha construido una reputación de ser hostil para la industria? La respuesta probablemente esté en los detalles: si eres una institución importante con bolsillos profundos y un equipo legal, puedes navegar por el laberinto de BitLicense.

Pero para la gente común que intenta comerciar o invertir? Historia diferente. Nueva York aún trata a los usuarios de criptomonedas minoristas como si estuvieran jugando con fuego.

Quizás eso cambie en el futuro. Por ahora, es esta extraña división: el paraíso corporativo, el dolor de cabeza minorista.