El gobierno de Estados Unidos entra en su día 35 de "apagón", igualando oficialmente el récord histórico y probablemente superando esta incómoda marca, en una trama tan absurda que en la política estadounidense y con Trump ya no sorprende.

Durante más de un mes, la sombra del "apagón" ha seguido cubriendo a la sociedad estadounidense: más de un millón de militares enfrentan dificultades para recibir sus salarios, 1/8 de la población (aproximadamente 42 millones de personas) en todo el país enfrenta crisis de alimentación en noviembre, pero los partidos siguen sin ceder. La vicepresidenta Kamala Harris incluso afirmó que la parálisis podría durar hasta finales de noviembre. Hoy, se inicia la cuarta ronda de votaciones para decidir si el gobierno "abre sus puertas", pero, según la situación actual, las probabilidades siguen siendo escasas.

Un detalle en la página oficial de la Casa Blanca tiene un humor negro: un temporizador que indica "Los demócratas cerraron el gobierno" y marca en tiempo real 35,013,212 segundos de cierre, con cifras que siguen actualizándose. La causa directa de esta parálisis política fue la discrepancia entre los partidos sobre la Ley de Cuidado de Salud Asequible: los demócratas quieren extender subsidios de salud y restaurar beneficios migratorios, mientras que los republicanos se oponen firmemente, lo que ha impedido que se aprueben fondos en el Congreso en más de diez ocasiones. Según la Ley de Control Presupuestario y de Rescates del Congreso, la falta de acuerdo en los fondos activa directamente el mecanismo de "apagón".

En medio de la parálisis, Trump de repente pidió a sus colegas republicanos en el Senado que eliminen las reglas actuales, reduciendo el umbral para aprobar leyes de 60 a 51 votos. Este número tiene su truco: actualmente, los republicanos tienen 53 escaños, por lo que solo necesitan 2 votos más para aprobar algo, mientras que los demócratas han dejado claro que no votarán a favor de beneficios relacionados con la salud si no hay acuerdo. La tensión en los puntos clave sigue siendo alta.

La urgencia de Trump es comprensible: si la parálisis continúa, la presión pública podría volcarse completamente contra los republicanos, afectando sus posibilidades de reelección en las elecciones intermedias del próximo año. Si logran cambiar las reglas, los republicanos podrán aprobar leyes con solo 51 votos y avanzar a su favor. Pero la resistencia principal viene de dentro de su propio partido: senadores veteranos, incluidos los líderes, se oponen firmemente, conscientes de que "si hoy los republicanos cambian las reglas a su favor, mañana los demócratas harán lo mismo cuando tengan el poder", por lo que ignoran la propuesta de Trump, agravando aún más la situación.

Con la cuarta ronda de votaciones a punto de comenzar y sin cambios en las reglas ni resolución en las diferencias principales, lo más probable es que termine en un fracaso, y Trump probablemente establecerá un nuevo récord en la historia del "apagón" del gobierno estadounidense. Para un político que ya tiene varios récords, que se añada uno más parece no tener mucha importancia.

Pero al final, esta lucha política solo la pagan los ciudadanos comunes: empleados federales sin sueldo, personas enfrentando dificultades para alimentarse, inversores en el mercado de valores que sufren pérdidas y criptoinversores que ven sus fondos colapsar. Para los mercados, el "apagón" es sin duda una mala noticia: en la reunión del 30 de octubre, Powell dejó claro que la decisión de bajar tasas en diciembre dependerá de los datos económicos, y que una reducción "a ciegas" es casi imposible. Con estas expectativas negativas, tanto las acciones como las criptomonedas ya están en modo de caída libre, añadiendo más incertidumbre a un mercado ya de por sí débil.

Lo que resulta aún más irónico es que, en medio de esta situación, la propuesta de Trump de modificar las reglas no solo no ha resuelto nada, sino que ha empeorado la situación, básicamente enviando un mensaje directo a los demócratas de que "los republicanos quieren acabar con todo", lo que elimina cualquier posibilidad de compromiso. La jugada de Trump parece más un intento de culpar a otros y desahogar su ansiedad que una solución real, y lo más probable es que el gobierno siga sin abrir sus puertas esta noche.