El autor de “Padre Rico, Padre Pobre”, Robert Kiyosaki, acaba de soltar otra bomba: “comienza un colapso masivo, millones serán aniquilados”. ¿Su receta? Deshazte de los activos en papel y acumula oro, plata, Bitcoin y Ethereum.
No es exactamente una novedad viniendo de Kiyosaki. Lleva más de una década alertando sobre el colapso del dinero fiduciario. Los críticos dicen que solo hace ruido y no aporta pruebas. Pero aquí está el asunto: los niveles de deuda actuales y la impresión de dinero son objetivamente sin precedentes.
Sin embargo, el momento es interesante. Bitcoin acaba de rebotar por encima de $108k en medio de persistentes tensiones geopolíticas y la postura inalterada de la Fed. El dinero institucional está fluyendo silenciosamente hacia activos duros, ya sea asustado por las palabras de Kiyosaki o simplemente siguiendo la misma lógica macroeconómica.
La verdadera pregunta no es si tiene razón o no, sino por qué sus advertencias siguen ganando tracción. Cuando las finanzas tradicionales parecen inestables, los activos refugio—incluyendo las criptomonedas—empiezan a parecer menos descabellados.
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La advertencia de Kiyosaki sobre un desplome: ¿Es diferente esta vez?
El autor de “Padre Rico, Padre Pobre”, Robert Kiyosaki, acaba de soltar otra bomba: “comienza un colapso masivo, millones serán aniquilados”. ¿Su receta? Deshazte de los activos en papel y acumula oro, plata, Bitcoin y Ethereum.
No es exactamente una novedad viniendo de Kiyosaki. Lleva más de una década alertando sobre el colapso del dinero fiduciario. Los críticos dicen que solo hace ruido y no aporta pruebas. Pero aquí está el asunto: los niveles de deuda actuales y la impresión de dinero son objetivamente sin precedentes.
Sin embargo, el momento es interesante. Bitcoin acaba de rebotar por encima de $108k en medio de persistentes tensiones geopolíticas y la postura inalterada de la Fed. El dinero institucional está fluyendo silenciosamente hacia activos duros, ya sea asustado por las palabras de Kiyosaki o simplemente siguiendo la misma lógica macroeconómica.
La verdadera pregunta no es si tiene razón o no, sino por qué sus advertencias siguen ganando tracción. Cuando las finanzas tradicionales parecen inestables, los activos refugio—incluyendo las criptomonedas—empiezan a parecer menos descabellados.