En la primera mitad de 2025 ya se han robado $2.17B, pero el problema no está en la cifra en sí.
En un solo año, la IA generativa elevó los ingresos por estafas cripto al menos a $9.9B. Este año apenas ha llegado a la mitad y las cifras ya asustan. Lo más preocupante no es la cantidad, sino la velocidad a la que evolucionan los métodos de estafa: audio deepfake, atención al cliente virtual, clonación de identidades. Lo que antes era titular de prensa, ahora es armamento estándar.
Por qué las auditorías y las listas negras están obsoletas
El enfoque tradicional de defensa sigue anclado en los años 2020: auditorías de código, respuesta ante incidentes, educación al usuario. Pero las estafas cripto hoy son una amenaza de doble filo:
Capa técnica: IA escaneando automáticamente contratos inteligentes en busca de vulnerabilidades Capa de ingeniería social: Mensajes de “personas de confianza”, donde la prudencia ya no basta
Además, cada transacción, una vez firmada, es irreversible: esta es la naturaleza de las criptomonedas y también su talón de Aquiles. Un banco puede congelar fondos, en cripto eso no es posible.
Hace falta defensa en tiempo real, no análisis a posteriori
La Autoridad Monetaria de Singapur ya ha advertido a las instituciones: el fraude con IA es un riesgo sistémico. Los reguladores toman medidas mientras la industria sigue escribiendo cartas de disculpa.
La solución real debe estar integrada en el propio proceso de transacción:
Detección en tiempo real de anomalías en la wallet (no solo marcar, sino bloquear la transacción)
¿Es este un destinatario habitual? ¿El importe encaja con el patrón histórico? ¿La dirección tiene historial de fraude?
Compartir inteligencia de amenazas entre diferentes wallets/proveedores de nodos para que los atacantes no tengan dónde esconderse
Hablemos claro: si el sector no actúa, los reguladores decidirán por ti
O bien el ecosistema cripto construye su propio sistema de defensa, o esperará a que los reguladores lo encorseten en marcos rígidos. Ahora se trata de evolucionar por iniciativa propia o acabar siendo reformado a la fuerza.
La clave no es que los hackers no puedan atacar, sino que las pérdidas sean reversibles o extremadamente raras. La wallet ya no puede ser una herramienta pasiva de firma, sino parte activa de un sistema de detección de riesgos.
La IA no ha vencido al cripto, es que nuestra mentalidad defensiva va demasiado lenta.
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La verdadera amenaza para las criptomonedas no son los hackeos, sino el colapso de la confianza
En la primera mitad de 2025 ya se han robado $2.17B, pero el problema no está en la cifra en sí.
En un solo año, la IA generativa elevó los ingresos por estafas cripto al menos a $9.9B. Este año apenas ha llegado a la mitad y las cifras ya asustan. Lo más preocupante no es la cantidad, sino la velocidad a la que evolucionan los métodos de estafa: audio deepfake, atención al cliente virtual, clonación de identidades. Lo que antes era titular de prensa, ahora es armamento estándar.
Por qué las auditorías y las listas negras están obsoletas
El enfoque tradicional de defensa sigue anclado en los años 2020: auditorías de código, respuesta ante incidentes, educación al usuario. Pero las estafas cripto hoy son una amenaza de doble filo:
Capa técnica: IA escaneando automáticamente contratos inteligentes en busca de vulnerabilidades
Capa de ingeniería social: Mensajes de “personas de confianza”, donde la prudencia ya no basta
Además, cada transacción, una vez firmada, es irreversible: esta es la naturaleza de las criptomonedas y también su talón de Aquiles. Un banco puede congelar fondos, en cripto eso no es posible.
Hace falta defensa en tiempo real, no análisis a posteriori
La Autoridad Monetaria de Singapur ya ha advertido a las instituciones: el fraude con IA es un riesgo sistémico. Los reguladores toman medidas mientras la industria sigue escribiendo cartas de disculpa.
La solución real debe estar integrada en el propio proceso de transacción:
Hablemos claro: si el sector no actúa, los reguladores decidirán por ti
O bien el ecosistema cripto construye su propio sistema de defensa, o esperará a que los reguladores lo encorseten en marcos rígidos. Ahora se trata de evolucionar por iniciativa propia o acabar siendo reformado a la fuerza.
La clave no es que los hackers no puedan atacar, sino que las pérdidas sean reversibles o extremadamente raras. La wallet ya no puede ser una herramienta pasiva de firma, sino parte activa de un sistema de detección de riesgos.
La IA no ha vencido al cripto, es que nuestra mentalidad defensiva va demasiado lenta.