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Los datos del IPC de noviembre sorprendieron al disminuir, generando júbilo en el ámbito político, pero la realidad del mercado tiene un significado más profundo.

La Oficina de Estadísticas Laborales canceló la publicación de los datos del IPC de octubre debido a que el cierre del gobierno duró más de un mes, lo que provocó que las cifras de noviembre se distorsionaran gravemente—dependiendo principalmente de los precios de las promociones del "Viernes Negro" para rellenar los vacíos de datos, con una pérdida total de 45 indicadores clave. Los economistas no se cortaron: "Estos datos no son confiables en absoluto". El exdirector fue aún más directo, señalando que un mes de "zona ciega" hace que los indicadores de monitoreo económico sean inútiles, sin posibilidad de reparación automática.

Lo interesante es que Wall Street y el mercado de bonos optaron por la calma y la observación, reaccionando de manera bastante neutral a este informe. La opinión general en los círculos de expertos es que esto podría ser solo una ilusión pasajera. Debido a la interrupción de los datos de octubre y noviembre, toda la tendencia de inflación se ha vuelto borrosa.

En términos nominales, el IPC anual todavía se mantiene en 2.7%, pero el discurso político ya se ha desplazado hacia la idea de que hay "casi ninguna inflación". La Reserva Federal enfrenta un dilema: por un lado, las expectativas de recortes de tasas aumentan, pero por otro, la credibilidad de los datos estadísticos en sí misma es problemática. El Royal Bank of Canada también admitió: "Realmente es difícil interpretar estos datos".

Un escenario aún más grave es que la presión política y la escasez de recursos están socavando la credibilidad de los datos económicos de EE. UU. Si el próximo mes los números de inflación rebote, ¿podrá esta "victoria" mantenerse? Nadie puede dar una respuesta definitiva.