¿Alguna vez te has preguntado por qué el precio de la misma aplicación varía tanto en diferentes países?

En los últimos años, Corea del Sur, la Unión Europea, Estados Unidos y Japón han comenzado a abordar el sistema de comisiones de las grandes plataformas de aplicaciones. Corea del Sur ya en 2021 legisló para prohibir los sistemas de pago obligatorios; la UE continúa imponiendo multas bajo la bandera de la antimonopolio; y en mayo de 2024, los tribunales de EE. UU. dictaron que se debe permitir una tienda de aplicaciones de terceros. Todo esto apunta a una misma cuestión: ¿por qué las plataformas se llevan casi el 30% de cada transacción?

A simple vista, esto parece solo una regla comercial, pero en realidad refleja la distribución del poder en el ecosistema. En los mercados de Europa y EE. UU., esta proporción está siendo desafiada. Los desarrolladores obtienen más autonomía, los usuarios tienen más opciones y los precios también se ajustan en consecuencia.

Pero la realidad es que se aplican estándares diferentes en distintas regiones. La misma aplicación, la misma empresa, debe seguir reglas distintas en diferentes mercados. Para los desarrolladores, una comisión del 30% significa que deben subir precios para compensar o reducir sus márgenes de beneficio. Al final, quienes pagan el precio son los usuarios: o pagan más o tienen menos opciones.

Esto no es solo una cuestión de dinero, sino también de simetría de información. Cuando las reglas no son uniformes a nivel global, la parte que controla la fijación de precios siempre tiene ventaja. Y en esta reconfiguración del poder en el ecosistema, la sensación de beneficio de diferentes grupos de usuarios se vuelve cada vez más desigual.

Cuánto tiempo puede mantenerse este estado de división dependerá de la presión regulatoria y la evolución de la competencia en el mercado. Pero hay una cosa segura: el panorama del poder en el ecosistema digital está siendo reevaluado.