Un usuario fue víctima recientemente de un sofisticado ataque de envenenamiento de direcciones que le costó $50M en USDT. Así fue cómo ocurrió: comenzaron con una transferencia de prueba $50 para verificar la dirección del destinatario, una práctica de seguridad común. Sin embargo, el atacante ya había desplegado un esquema de envenenamiento de direcciones, creando una cartera con dígitos casi idénticos a la del objetivo legítimo. Cuando el usuario copió lo que pensaba que era la dirección correcta, en realidad copió la cartera clon del atacante. El resultado catastrófico: $50 millones en USDT enviados a la dirección equivocada. Este incidente destaca una vulnerabilidad crítica en las transacciones de criptomonedas: incluso los usuarios cautelosos pueden ser engañados por direcciones de cartera visualmente similares. Las pequeñas variaciones en las secuencias de caracteres son fáciles de pasar por alto durante la verificación manual, lo que hace que este vector de ataque sea particularmente peligroso para transferencias grandes.