En un mercado de refugio, el oro se mueve por el consenso, mientras que el Bitcoin se mueve por la confianza.

Esto no significa que los dos activos en sí tengan un problema, sino que la popularidad aún no se ha vuelto a concentrar aquí. El oro ha pasado por miles de años, y el mercado ha formado un consenso colectivo sobre él; mientras que lo que Bitcoin necesita es el apoyo de la confianza continua de los participantes del mercado.

Desde esta perspectiva, la calidad de los activos no es un factor determinante; lo clave es dónde está la psicología del mercado. En el momento en que los inversores minoristas e institucionales vuelvan a centrar su atención, la confianza seguirá, y el mercado naturalmente lo reflejará. Este ciclo psicológico es especialmente evidente en el mercado de criptomonedas: el precio no solo sigue los fundamentos, sino también el ritmo del corazón de las personas.